¿Qué son las funciones ejecutivas?
Las funciones ejecutivas son herramientas mentales para la vida; no se me ocurre definición más completa y simplificada a la vez. En definitiva, se trata de actividades o procesos cognitivos imprescindibles para desenvolverse cotidianamente y permiten un desarrollo más satisfactorio de las personas, por ejemplo, favorece la autorregulación, describen una conducta independiente o pueden ser útiles para abordar la resolución de determinada situación.
Un buen desarrollo de las funciones ejecutivas tiene implicaciones psicológicas y un gran impacto sobre el aprendizaje: van a favorecer la adaptación al entorno, la flexibilidad, la resolución de problemas o la planificación entre otras actividades, por eso se debería ejercitar desde la escuela. Algunas de las funciones ejecutivas que están directamente relacionadas con el aprendizaje son la atención, flexibilidad cognitiva, memoria de trabajo y control inhibitorio, pero hay otras funciones más.
¿Cómo aplicarla en clase?
Algunos autores destacan las tres áreas de las funciones ejecutivas que se relacionan con la función inhibitoria, la memoria de trabajo y la flexibilidad cognitiva. Estas áreas tienen una estrecha conexión con el aprendizaje, junto con la atención y el movimiento.
Existen varias propuestas pedagógicas basadas en la neurociencia para aplicar a edad temprana en las primeras etapas escolares. Muchas de ellas se centran en el movimiento y el esquema corporal. El correcto desarrollo psicomotor en los niños tiene notables beneficios para la futura vida académica y cotidiana. Pero, ¿cómo podemos entrenar las funciones ejecutivas?
Una buena forma de entrenar las funciones ejecutivas es a través de metodologías activas, sobre todo aquellas que propicien situaciones en las que los alumnos tomen decisiones, ganen autonomía y tengan la oportunidad de negociar y planificar el trabajo. El Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) es una metodología considerada activa, en la que el alumno asume un papel protagonista en su propio proceso de aprendizaje, pudiendo entrenar y poner en práctica las funciones ejecutivas. El trabajo bajo este enfoque metodológico, prestando especial atención al desarrollo de estas, se vería perfectamente complementado con el uso de otras herramientas o iniciativas, como kanban; que permite al alumno tener una visión global del proceso, tomar decisiones o preparar una estrategia de trabajo; o la autoevaluación; que permite al alumno valorar y ser consciente del proceso de aprendizaje y qué debe hacer para reforzar y mejorar.
