Ángel Rivière elaboró en 1996 una relación de
mensajes que “nos transmitirían” las personas con autismo.
1. Ayúdame a comprender.
Organiza mi mundo y facilítame que anticipe lo que va a suceder. Dame orden,
estructura, y no caos.
2. No te angusties conmigo, porque me angustio.
Respeta mi ritmo. Siempre podrás relacionarte conmigo si comprendes mis necesidades
y mi modo especial de entender la realidad. No te deprimas, lo normal es que
avance y me desarrolle cada vez más.
3. No me hables demasiado despacio, ni demasiado
deprisa. Las palabras son “aire” que no pesa para ti, pero pueden ser una carga
muy pesada para mí. Muchas veces no son la mejor manera de relacionarte
conmigo.
4. Como otros niños, como otros adultos,
necesito compartir el placer y me gusta hacer las cosas bien, aunque no siempre
lo consiga. Hazme saber, de algún modo, cuándo he hecho las cosas bien y
ayúdame a hacerlas sin fallos.
Cuando tengo demasiados fallos me sucede igual
que a ti: me irrito y termino por negarme a hacer las cosas.
5. Necesito más orden del que tú necesitas, más
predictibilidad en el medio que la que tú requieres. Tenemos que negociar mis
rituales para convivir.
6. Me resulta difícil comprender el sentido de
muchas de las cosas que me piden que haga. Ayúdame a entenderlo.
Trata de pedirme cosas que tengan un sentido
concreto y descifrable para mí. No permitas que me aburra o permanezca
inactivo.
7. No me invadas excesivamente. A veces, las
personas son demasiado imprevisibles, demasiado ruidosas, demasiado
estimulantes. Respeta las distancias que necesito, pero sin dejarme solo.
8. Lo que hago no es contra ti. Cuando tengo
una rabieta o me golpeo, si destruyo algo o me muevo en exceso, cuando me es
difícil atender o hacer lo que me pides, no estoy tratando de hacerte daño. ¡Ya
que tengo un problema de intenciones, no me atribuyas malas intenciones!
9. Mi desarrollo no es absurdo, aunque no sea
fácil de entender. Tiene su propia lógica y muchas de las conductas que llamas
“alteradas” son formas de enfrentar el mundo desde mi especial forma de ser y
percibir. Haz un esfuerzo por comprenderme.
10. Las otras personas sois demasiado
complicadas. Mi mundo no es complejo y cerrado, sin simple. Aunque te parezca
extraño lo que te digo, mi mundo es tan abierto, tan sin tapujos ni mentiras,
tan ingenuamente expuesto a los demás, que resulta difícil penetrar en él. No
vivo en una “fortaleza vacía”, sino en una llanura tan abierta que puede
parecer inaccesible. Tengo mucha menos complicación que las personas que os
consideráis normales.
11. No me pidas siempre las mismas cosas ni me
exijas las mismas rutinas. No tienes que hacerte tú autista para ayudarme. ¡El
autista soy yo, no tú!.
12. No sólo soy autista. También soy un niño,
un adolescente o un adulto. Comparto muchas cosas de los niños, adolescentes o
adultos a los que llamáis “normales”. Me gusta jugar y divertirme, quiero a mis
padres y a las personas cercanas, me siento satisfecho cuando hago las cosas
bien. Es más lo que compartimos que lo que nos separa.
13. Merece la pena vivir conmigo. Puedo darte
tanta satisfacciones como otras personas, aunque no sean las mismas. Puede
llegar un momento en tu vida en que yo, que soy autista, sea tu mayor y mejor
compañía.
14. No me agredas químicamente. Si te han dicho
que tengo que tomar una medicación, procura que sea revisada periódicamente por
el especialista.
15. Ni mis padres ni yo tenemos la culpa de lo
que me pasa. Tampoco la tienen los profesionales que me ayudan. No sirve de
nada que os culpéis los unos a los otros. A veces, mis reacciones y conductas
pueden ser difíciles de comprender y afrontar, pero no es culpa de nadie. La
idea de “culpa” no produce más que sufrimientos en relación con mi problema.
16. No me pidas constantemente cosas por encima
de lo que soy capaz de hacer. Pero pídeme lo que puedo hacer.
Dame ayuda para ser más autónomo, para
comprender mejor, pero no me des ayuda de más.
17. No tienes que cambiar completamente tu vida
por el hecho de vivir con una persona autista. A mí no me sirve de nada que tú
estés mal, que te encierres y te deprimas. Necesito estabilidad y bienestar
emocional a mí alrededor para estar mejor. Piensa que tu pareja tampoco tiene
la culpa de lo que me pasa.
18. Ayúdame con naturalidad, sin convertirlo en
una obsesión.
Para poder ayudarme, tienes que tener tus
momentos en que reposas o te dedicas a tus propias actividades.
Acércate a mí, no te vayas, pero no te sientas
como sometido a un peso insoportable. En mi vida he tenido momentos malos, pero
puedo estar cada vez mejor.
19. Acéptame como soy. No condiciones tu
aceptación a que deje de ser autista. Sé optimista sin hacerte “novelas”. Mi
situación normalmente mejora, aunque por ahora no tengo curación.
20. Aunque me sea difícil comunicarme o no
comprenda las sutilezas sociales, tengo incluso algunas ventajas en comparación
con los que os decís “normales”. Me cuesta comunicar, pero no suelo engañar. No
comprendo las sutilezas sociales, pero tampoco participo de las dobles
intenciones o los sentimientos peligrosos tan frecuentes en la vida social. Mi
vida puede ser satisfactoria si es simple, ordenada y tranquila. Ser autista es
un modo de ser, aunque no sea el normal o esperado.
Mi vida como autista puede ser tan feliz y
satisfactoria como la tuya “normal”. En esas vidas, podemos llegar a
encontrarnos y compartir muchas experiencias.
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